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¿Estamos caminando hacia una recesión global?
Según las previsiones de economistas, inversores, políticos y un largo etcétera de expertos, todo apunta a que vamos camino de una nueva recesión económica.
Primero fue la pandemia del coronavirus, luego llegaron los desorbitados precios de la energía y ahora un conflicto bélico entre Ucrania y Rusia son los acontecimientos que están poniendo en jaque una recuperación económica.
¿Qué es una recesión económica?
Antes de adentrarnos en materia, conviene aclarar el concepto de “recesión económica”. ¿Qué es una recesión? ¿Qué supone para las economías de los países una recesión global?
Podría decirse que una recesión económica tiene lugar cuando la actividad económica de un país disminuye durante un periodo de tiempo indeterminado. En términos generales, se produce cuando el PIB, el baremo mediante el cual las empresas valoran una posible expansión, más contratación, etc., se contrae durante dos trimestres consecutivos.
La recesión global ocurre cuando la disminución de la actividad económica se expande por toda la economía, en varios países al mismo tiempo y dura más de un par de meses. El Banco Mundial y el FMI lo definen como “el periodo de tiempo durante el cual un ciudadano promedio experimenta una caída en el ingreso real”. Es lo que comúnmente se conoce como “época de vacas flacas”.
No estamos ante la primera recesión económica
La recesión es uno de los movimientos de contracción naturales que se producen en un ciclo económico. Por eso, en los últimos 150 años hemos asistido a unas 14 recesiones, siendo las más profundas y destacadas las siguientes:
- Recesión de 1973-1975: contracción del 0,8%. Fue el estancamiento económico que puso fin a la edad de oro del capitalismo que tuvo lugar tras la Segunda Guerra Mundial. Se caracterizó por la combinación de una elevada estanflación durante mucho tiempo y desempleo. En los orígenes se pueden encontrar la crisis del petróleo de 1973 y la caída del sistema de Bretton Woods tras el shock de Nixon entre otras.
- 1982: contracción del 1,3%. Hasta el momento, fue considerada la más profunda del periodo de posguerra. Esta crisis afectó principalmente al mundo desarrollado entre finales de los 70 y principios de los 80. Las causas fueron, además de la ya mencionada crisis del petróleo, la crisis energética de 1979.
- 1991: contracción del 0,3%. En esta ocasión, el origen se encuentra en la restrictiva política monetaria promovida por los bancos centrales en respuesta a la desorbitada inflación, que provocó que los consumidores y las empresas perdieran la confianza. A este hecho cabe sumarle otros como los precios del petróleo en ese mismo año, el fin de la guerra fría, el parón en las construcciones tras las sobreconstrucciones de la década anterior…
- 2020: contracción del 6,6% frente al crecimiento del 1,3% el año anterior. Todos recordamos cómo el virus de la COVID-19 nos obligó a echar un forzoso freno en todo: nuestras vidas, trabajo, industria… Un parón que obstaculizó y dificultó los intercambios económicos. Pero no solamente el parón del virus en sí, sino también las medidas sanitarias tomadas por las autoridades correspondientes del país dificultaban un progreso económico adecuado. Es ahora cuando están comenzando a observarse los estragos, que se prevé que se extiendan también a 2023 y 2024.
2022, ¿estamos caminando hacia una nueva recesión económica global?
Aunque no se puede confirmar, la sombra de una nueva recesión planea sobre las economías globales marcadas por la incertidumbre a medio plazo.
Como decíamos al inicio de este post, la recesión económica se produce cuando el PIB se contrae durante dos trimestres consecutivos. Pues bien, el PIB estadounidense del segundo trimestre de este año se contrajo un 0,9%, acumulando así dos trimestres consecutivos con una contracción, lo cual confirma que nos encontremos en una recesión teórica.
Sin embargo, estos datos se publican a trimestre vencido, por lo que se trata de una vista al pasado y no de una predicción sobre el futuro, aunque nos pueda dar algunas pistas de lo que se avecina.
Entre los motivos que se esgrimen sobre esta contracción económica se encuentran los siguientes.
Crisis del coronavirus
Las consecuencias del parón productivo al que se vio obligada la población mundial en su totalidad no se podían prever. Dos años después nos encontramos con problemas persistentes en las cadenas de producción y en el suministro de bienes y servicios, y una gran falta de oferta que no alcanza a satisfacer las necesidades de todos.
Precios de la energía
La subida en los precios de la energía es suficiente para desencadenar una recesión.
Conflicto entre Ucrania y Rusia
Cuando parecía que la economía podía empezar a recuperarse, estalla el conflicto en territorio ucraniano, retrasando las perspectivas de mejoría económica.
De acuerdo con el último informe del FMI, “Perspectivas de la economía mundial”, el impacto de la guerra se aprecia fundamentalmente en el precio de las materias primas y la energía, que ahora mismo peligran ante la amenaza de Rusia de cortar el suministro de gas y petróleo a Europa. Las proyecciones de este informen son que la inflación será del 5,7% en las economías más avanzadas, y el crecimiento económico pasará del 6,1% del pasado año a un 3,2% este.
Inflación desbocada y medidas tomadas por los bancos centrales
La inflación es, sin duda, el otro gran elefante en la habitación. Se encuentra en unos niveles que no se veían desde hacía 40 años: en Europa llegó al 8,9% en julio; en Estados Unidos, las tasas se dispararon en mayo cuando llegó al 8,6% y en Reino Unido hasta el 9% en abril. Unos datos que conviven con unas tasas de desempleo relativamente bajas para lo que cabría esperar, lo cual indica que nos encontramos ante un problema con falta de oferta, no de demanda.
Para paliar esta situación, los bancos centrales de las monedas más importantes han tenido que subir los tipos de interés para tratar de controlar la inflación, aunque haya dificultades en el crecimiento económico:
- La Fed lo ha hecho de manera más abrupta, ya que pretende llegar hasta el 3% o 3,5%.
- El BCE, aunque ha tardado más en tomar estas medidas, ya ha empezado a subir los tipos. Tras la última reunión, mantenida en julio, se anunció una subida de 50 puntos básicos, el doble de lo esperado.
Estas medidas han conseguido desacelerar la inflación, ya que los últimos datos revelan que, tras tocar máximos, ya está bajando. Si todo sigue así, se espera que esta subida de tipos también vaya reduciéndose gradualmente para reactivar la economía. De esta manera, se habría producido un empobrecimiento transitorio de la sociedad para enfriar la inflación.
¿Qué consecuencias puede tener una recesión económica?
Las consecuencias de los acontecimientos económicos no se producen en tiempo real, sino en diferido, por lo que las de esta recesión las veremos en unos meses, aunque algunas ya se pueden vaticinar:
- La primera y más evidente es que los ciudadanos perderán poder adquisitivo. Los salarios podrían reducirse o no subir mientras los precios
de todo (luz, agua, alimentación…) se mantienen o se incrementan. - Podría haber desempleo. Se observa que, después de una recesión, viene el tan temido paro.
- La economía se podría contraer. Si la gente no consume y mantiene una actitud proteccionista con su salario, reduciéndolo al mínimo indispensable, la economía se contrae y la recuperación será más lenta. Si, por el contrario, se sigue consumiendo, la economía está activa.
- Reducción del PIB. El crecimiento mundial podría caer al 2,1% este año, y al 1,5% el año que viene, llevando el crecimiento per cápita a un nivel cercano a cero.
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- Recesión de 1973-1975: contracción del 0,8%. Fue el estancamiento económico que puso fin a la edad de oro del capitalismo que tuvo lugar tras la Segunda Guerra Mundial. Se caracterizó por la combinación de una elevada estanflación durante mucho tiempo y desempleo. En los orígenes se pueden encontrar la crisis del petróleo de 1973 y la caída del sistema de Bretton Woods tras el shock de Nixon entre otras.