Actualidad
Amor y Odio
Pues si, pareciera que el 20A nos ha dejado en una encrucijada incómoda, donde muchos coincidiríamos en aquello de que no concebimos vivir sin el turismo, pero tampoco queremos vivir con los problemas que éste genera.
Ni contigo ni sin ti
Tienen mis males remedio
Contigo porque me matas
Sin ti porque yo me muero...
(Emilio José)
Queremos los beneficios del turismo, todas sus ventajas, pero no queremos ninguno de sus inconvenientes.
El debate que se ha suscitado, es de todo menos nuevo, pero desde luego, el 20A ha servido para elevarlo al nivel de importancia, de prioridad, de dedicación de las neuronas de todo aquel que tenga que ver en el futuro de nuestra tierra canaria, que resulta que somos todos.
Sin duda, los responsables públicos tienen ahora el ineludible deber y responsabilidad de dar muchas más respuestas, en muchos más terrenos y de mucho mayor calado.
La tormenta perfecta se produjo. El tsunami de miles y miles de sensibilidades se juntaron para protestar en un sólo momento, pero con miles de motivos, tantos, como personas acudieron a la manifestación. Un clamor y miles de emociones. Un grito y miles de motivaciones distintas. Y seguro que todos encontraríamos algún espacio con el que indentificarnos.
¿Y saben porqué?
Porque el denominador común de los que acudieron y de la mayoría de la gente que vivimos en Canarias, es el amor a nuestra tierra.
Lo que ocurre es que cada cual ama a su manera…
Escribía en mi último post que el turismo es la industria de la felicidad, pero no hemos conseguido que la distribuya de una manera equilibrada. No hay futuro para Canarias sin el turismo, pero para muchos, el futuro que nos dibuja no es el deseable o no sienten que su vida sea o vaya a ser mejor gracias a él. Este sentimiento se ha ido acumulando a medida que se ha ido debilitando el poder adquisitivo del canario y deteriorando lo que podríamos llamar, la calidad de vida de la gente, generando la actual desafección y colocando al turismo en el banquillo de los acusados.
Estoy muy de acuerdo en que Canarias no tiene un problema de overtourism… sino más bien un problema de undermanagement.
Si sacamos el catálogo de los principales argumentos que encabezan las protestas, si hablamos de la falta de vivienda, del precio de los alquileres, de la turisficación de las ciudades, de la residencialización de las zonas turísticas, de los problemas de movilidad, de carencias en infraestructuras, de los precios de la cesta de la compra, de la progresiva pérdida de poder adquisitivo del canario respecto a la media española y europea, todos ellos, todos, tienen mucho que ver con la gestión de lo público y poco o nada con una mala gestión del sector turístico privado. De ahí, que muchas de las miradas se dirijan inevitablemente a los gestores de la cosa pública.
Pero no podemos perder de vista, que, cuando salimos de casa y vemos que las calles están puestas, cuando vemos que los servicios públicos funcionan, cuando vamos al médico y nos atiende, cuando nos recogen la basura, cuando hablamos de la educación de tus hijos, cuando muchos de los que aquí vivimos y tenemos un trabajo... el turismo anda detrás, lo veas o no, lo sientas o no, lo sepas o no.
Cuando todo eso sucede, es en gran parte porque el turismo funciona, porque esos servicios públicos, que nos presta el Ayuntamiento, el Cabildo o el Gobierno, se alimentan en gran medida de los ingresos que se recaudan del alemán que está disfrutando en su hamaca, del británico que está cual gamba en la playa o el peninsular que anda visitando nuestro Teide.
Conviene que no lo olvidemos, pero tampoco tener que tragar las externalidades que se producen. Desde ninguno de los dos extremos se puede entender y proponer solución alguna.
Y aquí tenemos otro de los problemas que observo… nos hemos polarizado mucho. Con o sin carga ideológica, para unos el demonio es el turismo (los turismofóbicos) y para otros, no somos nada sin el turismo.
Por eso, nuevamente es el sector público el que debe generar el espacio para el debate sereno, donde la información, los datos y los análisis en profundidad, tengan la voz cantante, alejándonos de pasiones desenfrenadas, de brindis al sol (como si esto fuera el Monopoly), de dogmas de un lado y de otro y nos abracemos al rigor, a los consensos, a la escucha activa, a las propuestas de altos vuelos pero con los pies en el suelo.
El sector privado también tiene tareas, claro que si, pero la principal diría que es que haga las cosas bien, que las haga , que sea competitivo, que ofrezca calidad y excelencia, que sea rentable y que pague lo mejor posible a la gente que las hacen posibles.
Así pues, yo creo que no se trata de amar u odiar al turismo. No se trata de elegir bandos ni de encontrar culpables. Se trata de afrontar el mejor futuro posible para Canarias, y, desde mi punto de vista, debe estar anclado en el turismo, con tantos cambios de modelo como sean necesarios y con toda la diversificación alrededor de él que podamos generar, pero protegiendo lo que mejor sabemos hacer, el turismo.
Así pues, mucho amor.