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La Inteligencia Artificial: una herramienta de productividad
En el mundo de los unos y ceros suele ser normal que cada cierto tiempo salte a la palestra una nueva tecnología con nuevos nombres y conceptos que suena con fuerza durante un tiempo hasta que finalmente acaba ocupando su lugar definitivo en el universo digital.
Por ejemplo, en los últimos años hemos visto pasar por el escenario tecnológico el Blockchain o más recientemente el Metaverso y sus diferentes realidades. Pero, sin lugar a dudas, 2023 está siendo el año de la Inteligencia Artificial. No hay día en el que no nos encontremos con alguna noticia que nos deslumbre contando una nueva proeza de esta tecnología que promete cambiarlo todo. Este acoso mediático nos ha llevado a un estado permanente de wow que nos mantiene obnubilados y expectantes a la espera del próximo capítulo.
Desde luego la IA es una tecnología transformadora que marcará gran parte de nuestro futuro personal y profesional. Quizás muchos de los mensajes que nos llegan todavía son de alto nivel y es muy probable que las personas piensen que este mundo que está por venir no va con ellas. Por eso, ahora es un buen momento para relativizar y empezar a incorporar algunas ideas básicas que nos permitan dar los primeros pasos en un terreno que, lógicamente, desconocemos.
Te invito a compartir un enfoque muy práctico de la Inteligencia Artificial que nos ayude a montarnos en el tren e incorporar, desde ya, estos nuevos modos que han venido para quedarse.
Empecemos por decir que, entre otras muchas cosas, la IA es una herramienta de productividad pensada para hacer más fácil nuestro trabajo. Esta definición tan simple parece que pudiera chocar de lleno con otros planteamientos mucho más complejos y agresivos que amenazan con quitarnos nuestros puestos de trabajo para ser ocupados por máquinas. Pero vayamos paso a paso y veamos que todo es mucho más sencillo de lo que parece cuando se mira por el lado adecuado.
Si entendemos la IA como una herramienta de productividad que nos puede ayudar en nuestro día a día, veremos que lo que estamos viviendo en torno a esta nueva tecnología, no es muy diferente a lo que ya hemos experimentado en el pasado y que, por cierto, superamos con éxito a base de mucho esfuerzo y capacidad de adaptación.
Por un momento miremos hacia atrás para entender lo que nos está pasando. Para ello busquemos un ejemplo que nos ayude a ilustrar la idea que queremos plantear.
A finales del siglo XIX Christopher Latham Sholes, editor, periodista, inventor y político estadounidense; junto con dos amigos también inventores, Carlos Glidden y Samuel W. Soule, fabricaron el prototipo de la primera máquina de escribir. Este invento revolucionario se fue perfeccionando durante casi un siglo llegando incluso a existir máquinas de escribir eléctricas que estaban presentes en las oficinas de todas las empresas.
Nadie puede negar que la máquina de escribir fue una herramienta de productividad que nos ayudó, de manera significativa, a realizar nuestro trabajo. Seguro que los más viejos del lugar aún recuerdan haber realizado algún curso de mecanografía e incluso leer en las bases de alguna oferta de empleo que para cubrir una vacante se precisaba tener 40 ó más pulsaciones por minuto.
Pudiera parecer que hablamos de un tiempo muy lejano, pero esta situación era la habitual hasta que llegaron los primeros procesadores de texto. La aparición de aplicaciones como WordStar y WordPerfect terminaron con el reinado de casi un siglo de las máquinas de escribir dando comienzo a la era del PC.
Muchos profesionales se quedaron estancados en la época de la mecanografía, pero la mayoría se sumó al carro de una ofimática incipiente que nos obligó a aprender nuevos conceptos asociados al mundo de la informática, todo ello con el único fin de mejorar la productividad de la compañía. Y así pasamos de ver que los requisitos de las pulsaciones por minutos para acceder a un puesto de trabajo, daban paso a la demanda de nuevas habilidades vinculadas al mundo de la ofimática: Word, Excel, PowerPoint...
Este cambio disruptivo, que comenzó a finales del siglo XX, fue consolidando un modelo de trabajo que gira alrededor de aplicaciones sobre las que se apoyan todos los procesos de las empresas: desde enviar un correo electrónico hasta hacer la facturación, hoy todo pasa por la informática.
Pero ahora, casi treinta años después, estamos a las puertas de un nuevo cambio tan disruptivo, o más, que el anterior, que viene de la mano de la Inteligencia Artificial.
Pongamos un ejemplo para entender la dimensión del cambio al que nos enfrentamos. Supongamos que estamos haciendo un estudio de mercado para el lanzamiento de un nuevo producto dirigido a mujeres entre 35 y 50 años. Queremos lanzar una campaña de prueba para ver cómo responde el consumidor potencial y hacer los ajustes necesarios antes del go to market definitivo, pero todavía no tenemos muy claro en qué ciudades españolas deberíamos empezar.
Podríamos comenzar por hacer una tabla que muestre las cinco ciudades más pobladas de España ordenadas de mayor a menor donde apareciera por columnas: nombre de la ciudad, población total, número de mujeres, número de mujeres entre 35 y 50 años y el porcentaje que representa sobre el número total de mujeres.
Toda la información que necesitamos está disponible en internet y con las herramientas ofimáticas que solemos utilizar podremos montar la tabla y el correo que tenemos que enviar al equipo de trabajo con nuestras primeras impresiones.
¿Cuántas horas crees que tardarías en tener el informe disponible? Y hablo de horas porque dudo mucho que alguien sea capaz de tener el documento terminado en condiciones en menos de 60 minutos.
¿Y si te digo que esta tarea, con el cambio de última hora incluido, la puedes tener finalizada en menos de 10 minutos? Seguramente te parezca imposible, y realmente lo es si solo utilizas las herramientas que conoces a día de hoy. Sin embargo, si usas alguna IA como Bard o Chat GPT el encargo será de los más trivial.
Para alguien que esté familiarizado con el mundo de la Inteligencia Artificial conversacional, sabrá que esté ejemplo es de las cosas más básicas que podemos hacer con esta tecnología; sin embargo para las personas que se acercan por primera vez a este nuevo modelo de trabajo les parecerá magia porque como ya dijera Arthur C. Clarke: “Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada. es indistinguible de la magia”.
Es tan potente todo lo que viene por delante que no podemos permitirnos el lujo de perder este tren y quedarnos fuera. Por eso tenemos que volver a las aulas, y si ya nos tocó una vez aprender mecanografía, y luego Windows 3.1 y luego Word y luego Excel... ahora toca aprender como hacer un “prompt” para Chat GPT o Bard.
Dentro de nada empezaremos a ver ofertas de empleo donde las habilidades como usuario de IA en entornos de oficina marcarán la diferencia. Tú eliges si quieres seguir jugando o tu partida termina aquí.